Linda Rojas aprendió que la lucha contra el cáncer puede ser un camino más largo de lo previsto. Después de cinco años sin la enfermedad, enfrentó una recurrencia y un nuevo tratamiento. Hoy, es madre de Martín y vive con las lecciones que la enfermedad le dejó, así como con un nuevo estilo de vida completamente saludable y feliz.
Linda Rojas es el nombre detrás de una inspiradora historia de superación y resiliencia. Como fundadora del proyecto 'Una Linda Janela', ha dedicado su vida a transformar la forma en que la comunicación aborda la realidad de las pacientes con cáncer de mama.
Todo comenzó en 2012, cuando tenía solo 24 años. El cáncer de mama irrumpió en su vida de manera abrupta, deteniendo sus planes y sueños, y llevándola a cirugías, sesiones de quimioterapia y radioterapia. Los efectos secundarios de la quimioterapia fueron particularmente difíciles, pero Linda encontró belleza en su viaje, aprendiendo a amarse y cuidarse como nunca antes.
"Después de todo lo que he pasado, pasé cinco largos años dependiendo de un medicamento crucial, la hormonoterapia, para tratar mi tipo de cáncer. Aunque es esencial, este medicamento trajo consigo efectos secundarios significativos y especialmente desafiantes para una mujer, como la menopausia temprana. Durante este tiempo, el cáncer gradualmente me quitaba pequeñas partes de mí, y necesitaba constantemente encontrar formas de lidiar con ello. La menopausia temprana trajo sus propios desafíos, como la falta de menstruación, sofocos, sequedad y una disminución significativa de la libido. Enfrentar estos aspectos era crucial para mí, una mujer que ya había pasado por una cirugía de mama y había enfrentado la caída del cabello como parte del tratamiento. Sin embargo, logré superar este viaje durante cinco años, lo que fue un gran logro y motivo de gran alegría en mi vida", comparte sobre los desafíos enfrentados durante el tratamiento.
A pesar de los momentos difíciles, Linda encontró un lado positivo en medio de todas las adversidades: aprendió a amarse y cuidarse de manera más profunda y a conectarse con su cuerpo de una manera que nunca había hecho antes, volviéndose más consciente de su propia salud. También se dio cuenta de la importancia de los exámenes regulares, algo a lo que no prestaba mucha atención antes.
Además, construyó una red de apoyo increíble, compuesta por un pequeño grupo de amigos y familiares que fueron intensamente solidarios durante su viaje. También encontró consuelo e identidad en conversaciones con otros pacientes que enfrentaban desafíos similares, siendo fundamental para su recuperación esa conexión con personas que entendían sus sentimientos.
Pero la lucha de Linda contra el cáncer de mama no se detuvo ahí. Después de cinco años de tratamiento, tuvo una pausa que coincidió con su boda. Fue un período de alegría y esperanza, pero después de solo dos meses, le detectaron un nuevo nódulo.
"Esperaba ansiosamente alcanzar esa marca de cinco años y, en ese momento de felicidad, también planeaba mi boda, programada para el mismo año en que recibiría el alta del tratamiento y finalmente podría dejar de tomar el medicamento. La ceremonia fue maravillosa, pero desafortunadamente, solo dos meses después, cuando estaba a punto de alzar los brazos para celebrar el final de esa batalla, descubrí la presencia de un nuevo nódulo. Fue un momento abrumador y emocionalmente difícil, que me hizo cuestionar mucho sobre mi espiritualidad y el propósito de la vida", agrega.
La recurrencia tumoral, es decir, el regreso o la reaparición del cáncer, es más común en los primeros cinco años después del tratamiento oncológico y normalmente ocurre porque las células liberadas por el antiguo tumor se han diseminado por el cuerpo y han permanecido inactivas durante algún tiempo, hasta que vuelven a aparecer como cáncer. En el caso de Linda, la recurrencia ocurrió en el mismo lugar que el primer tumor.
Las visitas al hospital, durante y después del tratamiento de las dos veces que tuvo cáncer, hicieron que Linda se sintiera fascinada por las complejidades de los equipos de imagen. "Tan pronto como comenzó mi tratamiento, quedé impresionada por el tamaño de las máquinas y su potencia. Luego empecé a hacer preguntas y a informarme más sobre el papel de cada una de ellas, y descubrí un nuevo mundo, el de la tecnología centrada en la salud. Hoy en día, siempre me aseguro de saber qué tipo de equipo se utilizará y cuál es su marca", revela.
Después de la extirpación del nuevo nódulo y otros cinco años de tratamiento con hormonoterapia, Linda tenía el deseo de cumplir otro sueño: ser madre.
Sin embargo, este camino no sería fácil. Linda tuvo que lidiar con la posibilidad de que el tratamiento le hubiera causado infertilidad. Buscó apoyo en conversaciones con terapeutas, psicólogos, médicos, su familia y su esposo para encontrar otras formas de convertirse en madre. Fue entonces cuando su médico, el Dr. Augusto, le presentó algunos estudios que se habían realizado en todo el mundo sobre la posibilidad de suspender temporalmente el medicamento y tratar de quedar embarazada.
Esta conversación le brindó a Linda mucha esperanza y expectativas, lo que la llevó a pasar seis meses desintoxicándose del medicamento, preparándose para este desafiante viaje. Cuando finalmente lo intentaron, ocurrió algo increíble: quedó embarazada en el primer intento.
La alegría que sintió en ese momento fue indescriptible. El momento en que fue a hacer su primer ultrasonido y pudo ver a su bebé, Martin, por primera vez, además de escuchar su pequeño corazón latiendo, fue el más feliz de toda su vida hasta ese momento.
"Sé que la vida tiene sus altibajos, y que pueden surgir nuevos desafíos en algún momento en el futuro, diferentes de los que estoy experimentando ahora. Sin embargo, me estoy aferrando a esta felicidad con todas mis fuerzas y la comparto con el mundo, convencida de que la felicidad es posible en todas las circunstancias”, comparte Linda.